Vuelvo y barro.

Mi calle se ha llenado de barro por la lluvia, supongo que el resto del vecindario odiará mas si cabe a ACS por esto, sin embargo yo me he visto compensado por la molestia de tantos días de obras por el metro. Mi telúrica calle de ciudad huele a los horribles ceniceros de arcilla que hacía en el colegio, y me encanta que sea así, adoro que algo me haga recordar con intensidad momentos pasados. Así que por un instante me parece que hasta los objetos mas horribles pueden guardar las mejores pinceladas, y que los viejos olores, a veces, despiertan las papilas gustativas de los apetitos mas ocultos, de esos que están latentes en lo mas profundo de nuestro ser.

De modo que cuando me he cansado de mojarme y de que mi vecino y su perro me mirasen desde el otro lado de la valla, me he metido en el patio. Y allí, frente al buzón, he recapitulado los 100 motivos para no decirte nada, y solo he encontrado uno para asomar mi naricilla al portal mañana por la mañana. Pero está bien, un motivo es mas que suficiente para continuar, por mucho que yo haya concluido, mi vida sigue inconclusa.