Supongo que esto del devenir de las cosas, de la probabilidad de que ocurran estos sucesos y no otros, de la causalidad frente a la denostada casualidad, aquí, frente a este puente hecho de aire azul ha perdido todo mi interés. Será que la luz, a este lado, trae consigo otros matices, no lo se, pero siento que perder, a los ojos de esta plataforma color cielo, resulta en ocasiones el comienzo de una pequeña victoria por descubrir.
Antes, en la penumbra de las estrechas callejuelas que serpentean, entre la mágica bruma dibujada de esta extraña Venecia que no recordaba, me sentía como otra persona. Tal vez mas consciente de su suerte, tal vez mas serena y mas pausada. El tiempo mató sin duda mis impulsos con los años y mi sangre ha debido aprender a fluir de otra manera, seguramente porque el vacío la ha vuelto mucho mas espesa y negra. Resultó gratificante caminar sin dirección, acompañar el paso rozando los edificios con el dedo índice, como quien pinta una pared con una tiza, sin pensar. Joder, sin pensar.
Subido en el barco, el sol se pone a toda prisa, y observo a las personas, con sus sonrisas, sus miradas distraídas, su silencio, su alboroto, sus marcas en la piel... cada uno con su historia, cada uno con su vida. Tan distintos y tan iguales.
Mas tarde, cuando any other name se escuche de los cables enredados en tus dormidos dedos y sentado a tu lado pueda sentir que no hay nada mas vivo que ver a alguien respirar, pensaré en encontrar de nuevo ese puente entre sombras que me lleve hasta ti. Pensaré que tampoco tendrá porque ser un puente grande, ni de piedra, ni estrecho, ni muy elevado. Solo un puente convencido de lo extraño de su entorno, un puente que de alguna manera se sienta como yo, como todos nosotros alguna vez.